Yo tuve la suerte de tener en mi círculo cercano a otras mujeres en mi misma situación, con dificultades para concebir, y que habían decidido someterse a un tratamiento ellas solas. Igual que considero que la crianza en Red beneficia mucho a la mamá (y/o papá), saber de otras experiencias similares nos ayuda, nos da información. Eso sí, hay que saber “recoger” los aspectos positivos que nos van a servir.
No solo acudí a un tratamiento de fertilidad, sino que soy madre soltera, y perceptora de óvulos donados. ¡Dios mío, parece la peor combinación de todas! Sin embargo, soy feliz como una perdiz. Mi niña se parece a mí, compartimos, células, sangre, las marcas epigenéticas*, y lo más evidente, si no la hubiera gestado yo, ese óvulo no se hubiera convertido en esa personita a la que cada día quiero más.
En mi caso, me dio miedo la edad y por tanto, calidad de mis ovocitos, a pesar de que escogieran los que estuvieran en mejor estado, y que el proceso se alargara demasiado, con el desgaste que eso supondría. La mayoría de las mujeres que acudimos a este tipo de tratamientos, hemos sufrido varios abortos previos, o cuanto menos, un largo tiempo de intentos previos.
El dilema más importante que yo tenía, añadido a la angustia y el miedo de no conseguir ser madre, era si acudir a la donación de óvulos de otra mujer.
No es a mi a quien corresponde hablar de epigenética, no obstante para saber de lo que estoy hablando, este es su significado tal y como se encuentra en la Wikipedia:
“La Epigenética hace referencia al estudio de los factores que, sin corresponderse a elementos de la genética clásica (básicamente, los genes), juegan un papel muy importante en la genética moderna interaccionando con éstos. Los factores genéticos son determinados por el ambiente celular – en lugar de por la herencia -, intervienen en la determinación de la ontogenia (etapas de desarrollo de un organismo, desde la fecundación del cigoto en la reproducción sexual hasta su senescencia, pasando por la forma adulta) y que igualmente intervienen en la regulación heredable de la expresión genética sin cambio en la secuencia de nucleótidos (…) la genética moderna nos enseña que no solo los genes influyen en la genética de los organismos (…) Concepto a concepto, se está descifrando un nuevo lenguaje del genoma e introduciendo la noción de que nuestras propias experiencias pueden marcar nuestro material genético de una forma hasta ahora desconocida.”
Este concepto fue el que hizo desnivelar mi balanza, y poder aceptar recibir óvulos de otra mujer: el hecho de que compartiera parte de mi genética.
Es curioso el estigma social que existe hacia la Ovodonación. Yo misma lo tenía, y a mi alrededor también lo encontré.
He de decir, “a toro pasado” eso sí, que la importancia de que mi hija comparta parte de mis genes, ha quedado reducida a la más mínima expresión. Ahora las prioridades son otras, como bien supondréis.
Pues sí, madre soltera, en un tratamiento de fertilidad con donación de ovocitos, ¡superados, de sobra, los cuarenta y psicóloga! Pues bien, a pesar de considerarme con un buen equilibrio mental y una buena gestión emocional, pasé por miedos y angustia como cualquier otra mujer y/o pareja en la misma situación.
Pero creo firmemente que pasar por un proceso de este tipo te coloca en una posición más consciente sobre la maternidad, has tenido que sopesar y valorar tus deseos repetidas veces.
Quiero aclarar que respeto profundamente la elección de ser o no ser madre, y no considero en modo alguno, que no tener un hijo sea motivo de no sentirse “completo” ni realizado.
Yo escogí poder ser madre, una elección como otra cualquiera. Puntualizo este tema por la visible presión social que existe para ser madres, como si fuera el único proyecto vital.
Pero dado que yo sí quería pasar por esa experiencia, lo cierto es que tuve que escuchar “acepta la posibilidad de no conseguirlo”, para asumir lo que más temía, tomar otra perspectiva y relajarme.
Y una vez iniciado el tratamiento de fertilidad, y tras tres intentos, lo conseguí.
Tuve la suerte de ser atendida por el Dr Francisco Manuel Ros Berruezo, un excepcional especialista en reproducción asistida, no solo en el aspecto médico, sino sobre todo en el humano. En mi caso, esta fue una de las cosas que más me ayudaron a persistir, pero sobre todo a hacerlo con ánimo.
Por eso, recomendaría sin duda escoger un profesional que a uno le transmita confianza y seguridad, el estado anímico al que llegamos en esta carrera de fondo para ser madres/padres, no nos permite soportar más negatividad o falta de atención. El refuerzo positivo, la calma, la comprensión y la positividad son rasgos que desearía para todos aquellos que se dedican a la medicina o áreas de salud.
En resumen, a todas las mujeres que desean ser madres y tienen que someterse a tratamientos de reproducción asistida, les diría:
- Es natural y adaptativo tener miedo ante la posibilidad de no conseguirlo. Tener un hijo es un proyecto vital pero no el único. Aceptar el “No” es un ejercicio difícil, pero muy sano.
- La elección de ser madre es tan lícita y respetable como la de no serlo
- Toma este tipo de tratamientos como una carrera de fondo, con calma, con descansos si es necesario, cuidando tu bienestar psíquico, físico y emocional. Pensar en darse un plazo que cada una considere adecuado, es una buena opción.
- Parte del cuidado a una misma pasa por escoger un médico o equipo médico que te transmita confianza y seguridad.
- No escatimes en el apoyo psicológico de un profesional.
- Las dudas y el miedo tienen que tener su espacio. Procura no taparlos ni esconderlos.
- Disfruta del apoyo que puedan brindarte la pareja, familia y otras personas cercanas.
- Si quieres ser madre soltera, habla con otras que están en tu misma situación.
- Si en tu caso, la probabilidad de concebir con tus propios óvulos en tratamiento, es muy baja, contempla la posibilidad de la donación de ovocitos.