MAMÁS, PAPÁS, si tenemos dudas sobre si el CASTIGO es la mejor forma para que nuestros hijos no hagan lo que creemos que esta “mal”, os diré que no conseguimos normalmente lo que buscamos.
Muchas veces queremos que entiendan nuestros motivos y razones, muy por encima de sus posibilidades en ese momento (porque no tienen la edad suficiente para razonar como nosotros, o porque el miedo a nuestra reacción les paraliza). Y ellos están reaccionando con temor a nuestras emociones negativas.
¿Por qué EL CASTIGO NO DA RESULTADO?
- Recordad que para nuestros hijos, las personas que más quieren y de las que necesitan seguridad, son las que a veces también les hacen daño físico o emocional. Lo único que conseguiremos es que no nos quieran imitar.
- El castigo les da una información errónea: que no importan sus motivos (o ellos mismos), lo que han hecho les convierte en lo que SON
- El castigo elimina la posibilidad de que podamos entender sus justificaciones (que las tienen, aunque se equivoquen), lo que perjudica el respeto hacia sí mismos y su amor hacia nosotros, y menos les importará la opinión que tengamos de ellos.
Os daré algunas estrategias para conseguir que nuestros hijos se comporten como creemos que moralmente deben hacerlo:
- Ya que somos sus figuras de referencia a las que admiran y aman, querrán que conservemos la buena opinión que tenemos de ellos. Así que debemos expresar con nuestros actos, los valores y conductas que queremos que imiten de forma natural- Porque los niños se Identifican con las personas que ellos admiran
- Empiezan a pensar que no lo sabemos hacer mejor. Y choca profundamente con la necesidad de que sus padres sean una fuente de seguridad, tranquilidad y amor
- Además, mostrar y expresar nuestro amor hacia ellos y nuestros elogios cuando así lo merezcan
- Nuestra buena conducta les induce a imitarla e integrarla en su personalidad. Y si se impresionan con los buenos resultados, querrán hacer lo mismo. La disciplina se adquiere con la imitación y la identificación con las personas que se admiran.
- Podemos regañar, dejando claro que sabemos que para ellos estaba justificado. Nos escucharán mejor
- Nuestra reacción deberá estar ajustada a lo que han hecho
- Nuestro enfado normalmente tiene más que ver con el miedo que tenemos a que en un futuro no sean como queremos que sean o se comporten bien, que con lo que en realidad ha pasado
- Aceptar que tardarán en integrar nuestra moralidad en su personalidad
No confundamos el castigar con saber poner límites, necesarios en su aprendizaje.